El centro de investigación biomédica EuroEspes, con sede en Bergondo (La Coruña), ha registrado en la Oficina de Patentes de Estados Unidos una vacuna contra la enfermedad de Alzheimer, según ha informado su director, Ramón Cacabelos, que ha precisado que ahora comenzará el desarrollo clínico con la previsión de que pueda ser utilizada dentro de seis u ocho años.
En rueda de prensa, y acompañado por miembros del equipo científico, Cacabelos ha explicado que este nuevo modelo de vacuna tiene "un carácter preventivo y terapéutico" y que, además, se diferencia de otras, en la forma de administrarla "encapsulada en liposomas" que contribuyen a la regeneración neuronal.
La vacuna se experimentó en animales transgénicos portadores de las principales mutaciones genéticas responsables de la enfermedad en seres humanos. Según han informado, se caracteriza por la introducción de un nuevo inmunógeno-adyuvante diseñado para generar anticuerpos contra las placas neuronales donde se acumula la proteína que daña el cerebro de los pacientes con Alzheimer. Sus responsables sostienen también que 'reduce' las lesiones cerebrales cuando ya se ha manifestado la dolencia.
Cacabelos ha explicado que es capaz 'de eliminar los factores que representan la muerte de áreas neuronales' y que, por ello, estaría recomendada 'para personas genéticamente predispuestas' a padecer la enfermedad 'en años críticos de la vida', ha indicado en alusión a la etapa entre los 30 y 65 años donde se puede desarrollar el Alzheimer.
El director de EuroEspes ha incidido también, junto a la capacidad de regeneración neuronal, en que la vacuna 'no provoca reacciones meningoencefalíticas ni hemorragias intracerebrales' y, por ello, la ha considerado 'un paso más en la lucha contra la enfermedad'.
Comercialización
En cuanto a su comercialización, ha precisado que, una vez registrada, entrarán en la fase de desarrollo clínico 'que posiblemente sea en el extranjero', ha apuntado al argumentar que en Europa el desarrollo farmacéutico es 'lento'. Al respecto, ha precisado que hay dos grupos en Estados Unidos interesados en desarrollarla.
En cuanto a su comercialización, ha reconocido que 'la realidad nadie lo sabe' y ha explicado que 'en condiciones normales puede tardarse de 8 a 16 años'. No obstante, ha considerado que no será 'el caso' y que 'entre 6 u 8 años es posible que se utilice clínicamente'.
Al respecto, ha señalado que 'por cada año que se logre retrasar la enfermedad' su prevalencia se reduciría en más de un 30 por ciento, al tiempo que ha remarcado la incidencia entre un 20 y un 40 por ciento en la reducción de costes sanitarios.
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