El empresario, presidente de la compañía OEP Electrics con sede en Barcelona, y un equipo internacional de ingenieros son los responsables del desarrollo de la bombilla sin fecha de caducidad, que ha requerido diez años de investigación. Muros incluso viajó a Livermore para estudiar la rareza del parque de bomberos. Allí contactó con descendientes y conocidos de los creadores de la bombilla, pero no existía documentación al respecto. Sin embargo, consiguió algunos conocimientos en los que fundamentar su investigación.
Muros garantiza que la bombilla «puede durar toda la vida, 100 años sin problemas», en el caso de que la instalación eléctrica sea la adecuada y esté bien mantenida. La clave de su durabilidad es el uso de hierro sin carbono en sus componentes electrónicos. «El carbono produce microrroturas que al final terminan por fundir la bombilla», explica a ABC.es. «Muchos fabricantes dicen que sus bombillas pueden durar 1.000, 1.500 o 5.000 horas, pero nadie pone delante a un notario a contar esas horas». En realidad, Muros no ha fabricado una bombilla sino toda una línea de iluminación que cubre desde las necesidades de los hogares hasta las farolas de la calle. Una de sus bombillas para una vivienda particular, equivalente a una de 60 vatios, consume solo 6 y cuesta 26 euros. Lógicamente, es bastante más cara que una tradicional, pero «tiene un precio muy ajustado para una LED». La fabricación «es muy compleja, tiene un proceso muy manual», afirma Muros, que asegura que su producto es único en el mundo.