Un satélite desarrollado entre Argentina y Estados Unidos acaba de poner en órbita un observatorio que brindará información en tiempo real para entender dos factores centrales del sistema climático: el ciclo del agua y la circulación oceánica.
Equipado con instrumentos de Argentina y Estados Unidos, con aportes de Canadá, Francia e Italia, el Satélite de Aplicaciones Científicas SAC-D/Aquarius partió al espacio el 10 de este mes desde la base aérea de Vandenberg, en el occidental estado estadounidense de California.“El objetivo principal de la misión es obtener datos de los océanos, el clima y el ambiente”, dijo a Tierramérica la doctora en biología Sandra Torrusio, investigadora principal del proyecto que lleva adelante la Comisión Nacional de Actividades Espaciales de Argentina (Conae).
El Aquarius medirá la salinidad del océano, lo que permitirá comprender mejor cómo influye en la circulación oceánica, las condiciones meteorológicas y el clima el intercambio de enormes masas de agua dulce entre el mar, la atmósfera y los hielos marinos.
La salinidad de la superficie marina varía de un lugar a otro y con el paso del tiempo. “Cualquier cambio en la salinidad produce alteraciones en la densidad y en el patrón de las corrientes marinas. Esa información es muy importante para conocer mejor el ciclo del agua y el clima”, abundó Torrusio.
“Será un gran observatorio”, se entusiasmó. El Aquarius va a emitir mapas semanales con estimaciones de salinidad de todos los océanos, una medición que hasta ahora se hace mediante barcos y boyas y sólo en ciertas áreas.
Esos mapas serán “más exquisitos” que las imágenes satelitales comunes, pero un lego podrá interpretarlos mediante unas sencillas referencias, aseguró.
A partir de esos datos, de libre acceso en Internet, se podrán elaborar modelos de previsión meteorológica y climática mucho más precisos, dijo.
Antes de la partida, el satélite fue puesto a prueba por el Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil, que también cooperó con el proyecto.
El aparato fue desarrollado por la Conae y la NASA (agencia espacial de Estados Unidos), y es el cuarto y más sofisticado que produce este país sudamericano para un lanzamiento conjunto.
Lleva consigo un sistema principal de recolección de datos, el Aquarius, que aportó la NASA, y otros siete instrumentos de medición y observación, cinco de ellos fabricados en Argentina, otro en Francia y uno en Italia.
“Desde el primer satélite lanzado por Argentina en 1996, que pesaba apenas 100 kilogramos, hasta el actual, hubo un incremento de la complejidad”, dijo a Tierramérica el ingeniero y coordinador del programa de Conae, Fernando Hisas.
El SAC-D pesa 1.400 kilogramos, tiene 2,7 metros de diámetro y siete de largo con su antena desplegada. Alcanza una velocidad de 28.000 kilómetros por hora y puede dar 14 vueltas a la Tierra en un día.
“Si uno piensa en lo mucho que cuesta colocar un gramo de peso en el espacio, este satélite nos da una idea de la magnitud del desarrollo”, indicó Hisas.
El Aquarius permitirá medir la humedad del suelo en grandes extensiones. Con los instrumentos desarrollados en Argentina se podrá monitorear la temperatura del mar y de la superficie terrestre, la actividad volcánica y los grandes incendios, habilitando alertas tempranas sobre inundaciones o sequías.
Por ejemplo, el radiómetro de microondas medirá la velocidad del viento, las precipitaciones y la distribución de hielos marinos. La cámara infrarroja de nueva tecnología controlará fuegos, volcanes y la temperatura superficial del mar, y otra de alta sensibilidad reconocerá tormentas eléctricas.
La Conae concibió también un sistema de recolección de datos meteorológicos y parámetros ambientales recogidos de estaciones en tierra, y un paquete de demostración tecnológica para vigilar la velocidad y posición del satélite.
Argentina también se encargará de recibir la información del SAC-D y de subir los comandos desde la Estación Terrena del Centro Espacial Teófilo Tabanera, en la localidad de Falda del Carmen de Córdoba, provincia del centro del país.
Los instrumentos de la Conae fueron pensados para aplicaciones específicas en territorio argentino. Pero sus servicios pueden ser utilizados por otros países de América Latina si se planifica de antemano, dijo Torrusio.
La Conae “tiene una cooperación muy fuerte con los países de la región” y no es descartable el desarrollo de investigaciones conjuntas a partir de los datos del Aquarius, indicó Hisas.
El satélite debe ejecutar diversas tareas para múltiples proyectos que se irán desarrollando en los próximos años, explicó.
El Aquarius tiene una vida útil de un lustro, pero podría durar más, como el satélite anterior que pusieron en órbita la Conae y la NASA en 2000, que sigue prestando servicios. Los primeros datos llegarán un mes después del lanzamiento.
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