Parece una escena sacada de una película de monstruos de serie B, pero los paleontólogos creen que podría haber ocurrido en los ríos de Colombia hace 60 millones de años. Esta era la tierra de Titanoboa, la serpiente más grande del mundo, una gigantesca criatura de unos trece metros de largo -como un autobús-, y 1,25 toneladas de peso cuyos restos fosilizados aparecieron hace cuatro años en El Cerrejón, una de las mayores minas de carbón a cielo abierto del mundo. Pero este tremendo animal tenía compañía. Y era peligrosa. Investigadores de la Universidad de Florida publican en la revista Palaeontology el descubrimiento en la misma zona de una especie extinta, un pariente de los cocodrilos modernos de unos 6 metros de longitud que podría haber entablado cruentas batallas con Titanoboa. El hallazgo permitirá a los científicos conocer mejor la diversidad biológica en los antiguos ecosistemas de selva tropical.
Este viejo familiar de los cocodrilos, bautizado como Acherontisuchus guajiraensis por el río Acheron de la mitología griega, que es «el río del dolor», ya que vivía en un ancho río que desembocaba en el Caribe, tenía un hocico largo, estrecho y lleno de dientes puntiagudos, lo que indica una especialización en la caza de peces. De hecho, es el primer animal terrestre del Paleoceno, época inmediatamente posterior a la extinción masiva del final del Cretácico -que marca la desaparición de los dinosaurios-, especializado en comer pescado, lo que significa que competía con Titanoboa por la comida, una rivalidad que podría haberles llevado a brutales enfrentamientos. «Con seguridad, los ejemplares más jóvenes corrían riesgos con Titanoboa, pero los más grandes podrían haber sido demasiado para la serpiente», explica Alex Hasting, principal autor del estudio.
Supervivientes de la extinción
La nueva especie es un dirosáurido, comúnmente considerado un reptil del océano, pero los restos de nuevos especímenes adultos desafían las teorías anteriores de que estos animales solo entraban en ambientes de agua dulce como crías antes de volver al mar. Los fósiles demuestran que los dirosáuridos jugaron un importante papel en la zona.
Lo mismo que extinguió a los dinosaurios acabó con la mayoría de los cocodrilos que vivían en la época, pero los dirosáuridos, procedentes originalmente de África hace 75 millones de años y que cruzaron el Atlántico hasta llegar a Sudamérica, fueron uno de los pocos grupos que consiguieron salvarse. Para los investigadores, conocer cómo estos antiguos cocodrilos se desenvolvieron en esas áreas selváticas, donde la temperatura era más alta que la actual, y se arreglaron para sobrevivir a algunas catástrofes en las que otras especies sucumbieron supone encontrar claves que pueden ser importantes en el futuro. «Nos estamos enfrentando a algunos cambios ecológicos graves. Muchos de ellos tienen que ver con el clima. Si queremos entender cómo los seres vivos responderán a los cambios en el clima, tenemos que entender cómo lo hicieron en el pasado», señala el profesor de paleontología Christopher Brochu.
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